Poner en marcha un plan de transformación digital es algo más que equipos, software y anuncios motivadores. Es un proceso constante que requiere de indicadores para medir el avance y cumplimiento de los objetivos.
No hay una sola estrategia, sino distintas alternativas que la compañía debe elegir en función de su realidad.
Lo fundamental es que la organización tenga una conciencia digital, traducida en indicadores claros y adaptados a su realidad, para probar rápidamente qué funciona y qué no.
También es clave contar con liderazgo digital, esto es el impulso y compromiso de los líderes, sobre todo para el desarrollo de los equipos y el despliegue de los proyectos.
Esto requiere de fondos, que muchas veces están disponibles a través de organizaciones estatales y de gestión público-privada, que ofrecen financiamiento con facilidades.
Un indicador utilizado en el mundo es el Índice de Madurez Digital (DMI por sus siglas en inglés), que mide la adopción de nuevas tecnologías digitales, las mejoras cuantitativas y cualitativas, la satisfacción de clientes internos y externos y los resultados empresariales.
Por ejemplo, el último estudio de DMI en España, realizado por la consultora Incipy junto con Inesdi Business School (con sede en Barcelona y Madrid) en más de 400 empresas para el ciclo 2021-2022, arrojó que el sector aprobó el test de transformación digital, ya que logró 5,3 puntos sobre 10.
El DMI mide las capacidades y resultados de una organización que puso en marcha un plan de transformación digital.
Para eso, identifica variables y atributos de la empresa en cuatro categorías claves.
La visión, cultura y liderazgo digital. Evalúa la capacidad de adaptación de la organización al entorno y al mercado, lo que implica identificar enfoques estratégicos y si hay un ecosistema y una cultura digital.
Preguntas clave:
Estrategia de recursos humanos. Identifica las capacidades de la organización y su relación con el equipo digital, la gestión del talento y las formas de trabajo.
Preguntas clave:
Relación con los clientes. Valora la experiencia del cliente a través del ámbito digital.
Preguntas clave:
Negocio online. Considera el nivel de incorporación de tecnología a los productos y servicios, así como el potencial de digitalización.
Preguntas clave:
Este análisis se puede discriminar por departamento o sector dentro de una empresa, como también adaptarse a su tamaño.
El DMI agrega otras categorías si se quiere lograr un análisis más profundo:
Según la consultora internacional Gartner, casi la mitad de las organizaciones en el mundo no tienen métricas para medir la transformación digital, porque muchas se quedan en la emoción del lanzamiento ante la dificultad de fijar indicadores.
El DMI no es la única herramienta. Google, por ejemplo, ofrece el estudio Digital Maturity Benchmark, que identifica fortalezas, debilidades y brechas a través de 50 preguntas para analizar el punto de la escala de madurez digital de una empresa. A su vez, crea un informe personalizado con sugerencias para avanzar en la escala de medición.
El Gobierno argentino, en tanto, a través del Ministerio de Desarrollo Productivo ofrece INDTech 4.0, un hub colaborativo público-privado creado para la transformación digital de las pymes en el que se articula una oferta integral de soluciones con tecnología argentina.
También hay especialistas que proponen otras métricas para medir la transformación digital.
Retorno de la inversión. Mide si las tecnologías ayudan a que los procesos sean más eficientes. Esa eficiencia ganada hay que medirla en función del dinero que le representan a la empresa.
En este caso, se usa el clásico ROI (Return On Investment):
ROI = (beneficio obtenido – inversión) / inversión
Así, una empresa que invirtió 1000 dólares y obtuvo un beneficio de 3.000 dólares, logra un ROI de 2, ya que (3000 – 1000) / 1000 = 2.
Uso de los sistemas de información. Analiza cómo los colaboradores de la empresa están adaptando las herramientas digitales y si logra algún cambio positivo significativo.
En este punto hay que incluir la agilidad, medida por el tiempo que lleva la implementación en comparación de los plazos establecidos originalmente en el plan.
Número de procesos realizados. Identifica cuántos procesos se realizan con las nuevas tecnologías, para establecer dónde está el valor que aporta el sistema de información adquirido.
Si los procesos son pocos, hay que determinar si la herramienta no es relevante para las necesidades del usuario, si faltó una estrategia de adopción digital o si los colaboradores tienen las competencias requeridas.
Indicadores de productividad. Se entiende como el volumen o el valor de los productos en relación con el tiempo y recursos que se invierten para obtenerlo.
Por ejemplo, si se implementa un sistema de soporte al cliente, se puede medir la cantidad de tickets de soporte con el software comparado con la cantidad que se lograba cuando no se tenía este programa.
Nuevos ingresos por las inversiones digitales. Así como se mide la productividad, también se puede evaluar cuánto influyen sus inversiones digitales en los ingresos, esto es cuánto aumenta el flujo de caja.
AMARO SILVA
Gerente de Desarrollo de Software de Konecta Argentina, con más de 15 años de experiencia. Especialista en gestión de equipos. Apasionado por los desafíos y un convencido en que la curiosidad, la innovación y los equipos diversos son el pilar fundamental para implementar soluciones de alto impacto.